Maixa Zugasti nació en Tolosa en 1973. Tras cursar los estudios de Filología Hispánica en la Universidad de Deusto, durante muchos años ha trabajado en la docencia; actualmente, se dedica a la escritura.
En 2017, obtuvo el Premio Literario Kutxa Ciudad de Irún por la obra LAA. Desde entonces, ha publicado dos novelas, un cuento y una obra poética: Ahotsak eta itzalak (Erein, 2018), Atarian (Erein, 2022), Tximeletak hondartzan (Erein, 2019) y Hostoen hezurdura unatua (Balea Zuria, 2021), respectivamente.
El escritor y editor Ignacio Múgica define a Maixa como una mujer que sufre “el mal del escritor”. Ella misma ha afirmado muchas veces que la literatura es el eje central de su existencia, de donde brota la vida y de este modo, los dos quehaceres que comporta el oficio, leer y escribir, se han convertido en insoslayables, en los principales quehaceres de una vida solitaria y apasionada.
En la presentación del último libro de la escritora, Ignacio subrayó la madurez de su obra, en lo referente tanto al contenido como al estilo.
El crítico y editor Iñaki Aldekoa habla de Maixa como un “descubrimiento” y ha subrayado la autenticidad de una obra que, en los distintos géneros que abarca, parte de la realidad circundante para reflejar el sufrimiento humano.
Nací en el barrio Usabal de Tolosa. Mis padres procedían del mundo rural y las tres hermanas vivimos de cerca la naturaleza, en contacto permanente con el caserío de nuestros abuelos. Ese mundo de la infancia, como en cualquier persona, condicionó no sólo mi visión del mundo sino también la expresión del mismo.
De carácter retraído y solitario, el aprender a leer me hizo descubrir el mundo de los libros y me convirtió en una lectora apasionada. El aita me llevó a conocer la biblioteca del pueblo porque devoraba todos los libros que caían en mis manos; ahora, desde hace ya un tiempo, releo muchos con la misma ilusión con la que veo otra vez películas conocidas. Con un entusiasmo similar al de la infancia, compro libros nuevos y comienzo a leerlos, pero cuando con lápiz en mano, aprendo de ellos, sé que formarán parte de la biblioteca de mi vida y volveré una y otra vez en su busca.
Desde los cuatro hasta los dieciocho años estudié en la ikastola Laskorain donde los profesores fomentaron mi curiosidad, alentaron mis ganas de aprender y me acompañaron en mi pasión, compartiendo sus propios libros y dándome a conocer autores en cuyas obras profundizaría en la universidad.
Los recuerdos de mi infancia pertenecen a mi pueblo, a mi pequeño territorio, a mi tierra. Siendo niña, Tolosa era para mí un pueblo repleto de historias que observaba desde la ventanilla del automóvil. Después vinieron los conciertos, las conferencias, el teatro y mi cine-club. Soy consciente de que lo aprehendido inconscientemente en ese entorno no es una mera huella sino el sedimento que ha conformado mi personalidad. Recuerdo con emoción los rincones de mi pueblo, el río y esa tierra que acoge ahora a mucha gente amada.
La época de mis estudios de Filología Hispánica en la Universidad de Deusto fue una etapa enriquecedora y feliz a la que siguió mi trabajo en el mundo de trabajo de la enseñanza.
Durante muchos años, la vida de los libros ha ido unida a mi vida junto a Asier y nuestros hijos, pero ha estado marcada también por las ausencias, por la pérdida de mucha gente querida, especialmente, la del aita. Y, en este recorrido, inesperadamente, este año has irrumpido tú; durante el tiempo que dediques a mis palabras, irás conformando un mundo que hasta ahora sólo me ha pertenecido a mí. Lo que comparto en este rincón pertenece a las historias que se cuentan sotto voce, a lo que se narra en secreto.